Cuando los transeúntes vieron a un hombre arrodillado en el metro de North Shields, Inglaterra, pensaron que algo muy malo le estaba pasando. Al escucharlo gritar y suplicar estas palabras: “¡Por favor! ¡Déjenme tranquilo! ¡Déjenme ir!”, frente a un grupo de hombres que lo enfrentaba, creyeron inmediatamente que él era la víctima, pero eso estaba muy lejos de ser verdad.
Él se merecía ser enfrentado e incluso, merecía mucho más castigo. Había hecho algo repudiable y sus gritos de ayuda no conmovían a nadie que supiera lo que pasaba detrás de todo eso.
Praju Prasad, de 24 años, había quedado de juntarse con una chica en la estación de metro, para luego ir a otro sitio “a divertirse”. Su plan original era reunirse en un hotel, pero ninguno de ellos había concedido darle una pieza, porque en ningún sitio acomodarían a un hombre con una niña.
La cita de Praju era una niña de solamente 12 años. Se habían conocido por internet y mediante mensajes de texto, él le había declarado sus intenciones de tener sexo con ella, de besarla, y de divertirse en algún cuarto. Sabiendo desde un principio la edad de la menor.
Cada palabra que escribía era simplemente repugnante, pero por suerte, al otro lado de la pantalla no estaba la menor, estaba un grupo de cazadores de pedófilos.
Esta chica no existía, sino que era una trampa de este grupo que luego fue a enfrentar a Prasad al lugar acordado.
Su trabajo es aplaudido por millones, pero en seguida se vio completamente nublado cuando las autoridades sentenciaron al hombre con nueve meses de suspensión y cinco años de firma en el registro de delincuentes sexuales. Además de una multa de 180 dólares.
La indignación que sintieron estos hombres es la misma que siente toda la sociedad, porque aunque el crimen nunca fue realizado, el hombre habría abusado de una menor si no lo hubiesen detenido y no hay nada más grave que eso.
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