Cuando Mary y sus tres hijas se mudaron a Ankara, Turquía, por el trabajo de su marido, decidieron que querían hacer algo para retribuir a su nueva comunidad. Encontraron un refugio local donde podrían ser voluntarias, pero no tenía idea de cuánto esta decisión terminaría por cambiar sus vidas.
El refugio que la familia eligió era el hogar de más de 4.000 perros. El personal del refugio no era capaz de mantener y cuidar a la gran cantidad de y como resultado, muchos de los perros estaban desnutridos.
La mayoría de las jaulas individuales en el refugio albergaban a 20 perros o más, e incluso cuando Mary llevó algunas bolsas de comida para perros, solo fue capaz de alimentar a unos cuantos. La situación fue desgarradora para las mujeres, pero nunca dejaron de intentar ayudar a estas desvalidas criaturas.
Mientras trabajaban como voluntarias, las mujeres encontraron una camada de cuatro cachorros que estaban muriendo de moquillo, una enfermedad viral altamente contagiosa. Las etapas finales afectan el cerebro y la médula espinal, y puede causar pérdida de la coordinación y convulsiones.
Débiles y enfermos, los cachorros fueron pisoteados e ignorados en el atestado refugio. No había nada que se pudiera hacer por ellos, excepto ofrecerles un lugar tranquilo y seguro para que murieran en paz.
La familia llevó a los cuatro cachorros a casa y a los pocos días tres de ellos fallecieron. Sin embargo, el más pequeño seguía resistiendo. La llamaron Faith y pronto demostró que estaba a la altura de su nombre.
“Pensé que estábamos llevándolos a morir en paz, pero ella demostró que estábamos equivocados,” dijo Mary.
El ochenta por ciento de los cachorros que llegan a las etapas finales de esta enfermedad no sobreviven, pero Faith es la excepción a esta horrible estadística.
“Cada día que pasaba estaba más segura de que saldría adelante”, dijo Mary.
Faith se recuperó de su enfermedad, y la familia la adoptó como uno de los suyos.
Comparte este artículo con tus amigos, increíble la fuerza que tenía esta pequeña.
